sábado, 29 de octubre de 2016

Obtención de la harina: el molino

En las últimas entradas hemos estado hablando de los tipos de cereal que se cultivaban, cuáles eran los más comunes, los mejores según Plinio y cómo se cosechaban mediante el trillado. Sin embargo, una vez habían recolectado, tenían que convertir el cereal en harina de alguna forma. ¿Cómo? Fácil, con los molinos.
Al igual que con los cereales, había distintos tipos:

  • Mola trusatilis: es el molino más antiguo, usado incluso en época prerromana. Es un molino de pequeño tamaño formado por dos piedras cilíndricas con mucho más diámetro que altura y colocadas una sobre la otra. La piedra superior, móvil, es llamada catillus; la inferior, inmóvil, es llamada meta. Un eje central atravesaba el catillus y se incrustaba  en la meta. Así, cuando se introducía el cereal entre las dos piedras el movimiento en el catillus generaba la fricción entre las dos piedras, moliendo así los granos y dando como resultado la harina.
Fotografía de Mola trusitalis en: https://www.dreamstime.com/photos-images/ancient-manual-stone-mill.html

Fotografía de Mola trusitalis en http://abg.recherche.univ-lille3.fr/meules.php

  • Mola asinaria o iumentaria: en Hispania fueron bastante usados, sobre todo en la Bética. Funcionaban gracias a la tracción animal (normalmente caballos o asnos), de ahí su nombre. Al igual que la Mola trusatilis tiene dos piezas principales: la meta, esta vez de forma cónica y el catillus, también hecho en piedra en una sola pieza, hueco y con forma de reloj de arena. A este último se le enganchaba un madero que se uncía al animal mediante un collar llamado molile. El catillus se encajaba sobre la meta y se introducía el grano por la parte superior, haciendo así que el grano se quedase en el hueco entre las dos partes. Cuando el animal giraba el catillus, la fricción convertía el grano en harina y caía en la plataforma bajo la meta para que fuera recogida con facilidad.

Ilustración de Mola asinaria de Water-mills, windmills and horse-mills of South Africa porJames Walton (1974).

Ilustración de Mola asinaria de With the World's People por John Clarck Ridpath (1912).

Ilustración de Mola asinaria de la Asociación Italiana de Amigos del Molinos Históricos.


  • Molino hidráulico: hasta hace relativamente poco se creía que este tipo de molino se originó en la temprana Edad Media. Sin embargo no fue hasta los años 80 del siglo XX cuando se cambió esta idea. En esta década aparecieron en varios yacimientos arqueológicos una gran cantidad de molinos hidráulicos de los siglos II y III d.C., precisamente cuando menos testimonios escritos tenemos. En los siguientes siglos, sobre todo en el VI y en el VII la situación es a la inversa: había más testimonios escritos que arqueológicos. No obstante, desde entonces ha aumentado mucho el registro arqueológico, tanto que se han encontrado molinos hidráulicos por toda la extensión del Imperio romano (aunque en la Península Ibérica no hay tantos ejemplos como en otros países).
Reconstrucción del molino hidráulico de Aventicum, 57-58 d.C. (Avenches, Suiza), en Los molinos hidráulicos en la Antigüedad por Juan Palomo y M. Pilar Fernández (2007).

Los modelos más primitivos de los molinos hidráulicos tenían un rendimiento fijo determinado por la velocidad y el volumen del agua. Más tarde averiguaron que poniendo una piedra bajo un salto del agua se aumentaba la potencia del río, aumentando así el rendimiento de los molinos junto a ríos de poco caudal. Si el aporte del agua además se controlaba con compuertas, se podía variar la potencia del agua de manera más efectiva. En una hora podían llegar a moler 180 kg. de trigo, una cantidad muchísimo mayor que la Mola trusatilis, de solamente 5 kg. a la hora.


Dadas sus características, no era un molino rentable en muchas ocasiones (quitaba mano de obra y había que hacer una gran inversión para su construcción). No obstante, para los ejércitos fue una solución muy efectiva desde inicios de la época imperial. Su escasez de esclavos y animales no permitía que se fomentaran los dos primeros tipos de molinos de los que hemos hablado, y en cambio el molino hidráulico creaba trabajo para su construcción y tenía capacidad suficiente como para generar la harina necesaria para alimentar a las tropas.


Artículo de: Sara Alarcón

sábado, 22 de octubre de 2016

Trillado: el paso tras el gran esfuerzo de la siembra

Es de todos sabido que después de una siembra y un próspero crecimiento de las cosechas lo propio es proceder a la siega (mediante los instrumentos que ya mencioné en la entrada anterior)

Si realizaban esta tarea con éxito lo siguiente que un romano debía hacer en su proceso de transformación del cereal en alimento útil era trillarlo. 

El modo más cómodo (documentado) que tenían de transportar lo cosechado hasta los lugares de trilla eran una serie de carretas (comúnmente llamadas en las fuentes chirrión o chillón por el ruido que hacían las ruedas de madera al girar sobre su eje) generalmente  descritas en las fuentes como de cama cuadrangular y ruedas macizas de una sola pieza.
Según la provincia en la que nos situamos la trilla se llevaba a cabo en diferente lugar, en el caso de la Península ibérica y gran parte de la zona mediterránea del territorio romano esto se realizaba en un lugar que se ha mantenido hasta nuestros días; en la Era
La Era era y es un lugar en extensión que permite, gracias a las condiciones climáticas, extender el cereal en un terreno de grandes proporciones sin que este se moje. Los romanos debían realizar la roza del terreno de la Era, trabajo arduo ante todo por las dimensiones en las que tenían que hacerlo. El siguiente paso consiste en la cava de dicha roza, para antes de extender el cereal, “regar” el terreno cavado con una mezcla de alpechín (liquido de tonalidad negruzca y  pestilente olor hecho a base de aceitunas apiladas antes de la molienda que  presionadas y  centrifugadas dan una pasta sin aceite) y paja para repeler a las hormigas y ratones que podían comerse el fruto de su esfuerzo.

Las fuentes nos proporcionan diversas maneras de fabricar la mezcla de alpechín con paja y el acondicionamiento del suelo tras la cava:



  •       Paladio sugiere que sea enlosado o tallado en la roca o compactada la mezcla mediante pisotones y paso de los animales de carga para ser cerrada y protegida ante la entrada de otros animales en el área mientras se procede a la trilla
  •     Otras fuentes dicen que se pisaba el suelo (no distinguen si pisado humano, de tracción animal o de ambas partes) o se compacta con una piedra de molino (mola compacta) para triturar la pasta al tiempo que se iba echando la paja.
  •           Se trillaba la mies (el cereal ya maduro y recolectado) messis ipsa alibi tribulis in área con aperos (siendo este método el más empleado en la región de la Bética)
  •           Otro de los métodos, el menos evolucionado de todos y que aún se emplea en el sur de la Península Ibérica, era con el paso de la caballería para separar el grano de la planta (alibi equatum gressibus exteritum)
  •           El tercer y último método consistía en golpear la parva con estacas, separando así del mismo modo el cereal de la paja como en el modo anterior (alibi perticis flagellatur). Centrando su zona de influencia en el norte de la Península se puede asociar al uso del mayal (formado por dos bastones con correaje cuyo palo más largo sirve de mango y el otro, más corto y más grueso, se usa para golpear la planta de cereal)
Hablemos ahora del trillo en sí, pues no podemos hablar del trillaje sin comentar el instrumento que le da nombre al propio proceso de trilla. Para esta tarea también nos remitiremos a las fuentes, en este caso a Varron.Varron apunta  con todo lujo de detalles tres tipos diferenciados de trillos: 


Pero con todo esto aún no estaba el proceso terminado, se extendían pues los haces de cereal. Basándonos en las fuentes de los agrónomos y de Plinio existían tres modos posibles de trillar el cereal (centeno, trigo…) solo en el terreno que comprendía Hispania.


El primer tipo se trata del trillo propiamente dicho valga la redundancia (trubulum), el cual es una plataforma de madera con una argolla hecha de madera que se une a la yunta. En la parte inferior de la plataforma van incrustados ciertos trozos de piedra de sílex o hierro que van arrancando el grano de la espiga debido a la presión ejercida.

 El segundo tipo de trillo es el nombrado Narria o Traha (sin pruebas de uso en Hispania). Este se trata más que de un trillo al uso de una herramienta compuesta por una especie de azada con dientes muy fuertes y púas que sirve para extender el grano y separarlo (al igual que un trillo común). Solo podríamos considerarlo un verdadero trillo si aceptamos la traducción de Traha como cajón de un carro, porque eso significaría que podría cargarse un peso en dicho cajón y realizar perfectamente la función de presión del grano.

El tercer y último tipo de trillo que describe Varron es el conocido como carrito cartaginés. Se compone por un carro de baja altura que con pequeñas dimensiones y montado sobre sendos ejes de hierro y girándolos cortan las mieses.


Todo lo que Varron nos relata en sus fuentes puede ser contrastado después en las fuentes de los agrónomos romanas y en los escritos de Plinio. Y no solo eso, tenemos constancia de que estas fueron evolucionando hasta encontrarnos tribulum llevados por caballos o bueyes (se han encontrado los arreajes que unían el tribulum a los animales de carga)

Al igual que mi investigación sobre los trillos se ha dirigido básicamente por las fuentes de Varron podemos remitirnos a cualquier otro autor que trate las cuestiones agrícolas romanas (Plinio, como he mencionado en alguna ocasión, es bueno para esta tarea) y nos encontraremos que no diferirán mucho a lo que os he traído en esta entrada.

Firmando: Claudia González Bravo. 



sábado, 15 de octubre de 2016

La harina

Puede parecer sorprendente lo que da de sí un alimento tan básico y aparentemente simple como es el pan. Digo aparentemente simple porque aunque solo se compone de harina, agua y sal (más tarde le añadiremos más ingredientes), es todo su complejo proceso de fabricación lo que nos indica cuán importante fue dentro de la sociedad romana. Y para averiguarlo qué mejor que empezar por su principal ingrediente: la harina.


Ya sabemos que los romanos clasificaban los terrenos de cultivo, y no siempre podían contar con los mejores para sus cosechas. Además no solo tenían problema con esto, sino también con la propia cosecha: a mejor calidad, más cara. Así no es de extrañar que, aun a pesar de lo que podamos imaginar hoy en día, en su momento el pan no era de muy buena calidad. Rara era la vez que se comía pan tierno, a excepción de las familias patricias y pudientes, por supuesto. Y no penséis que sólo había pan de harina de trigo; los que vivían en las zonas montañosas no lo llegaban a probar en su vida (y seguramente ni sabrían de su existencia en muchos casos). Los cereales oscuros como la cebada eran también frecuentes, e incluso llegaban a usar harina de legumbres como las lentejas. Plinio el Viejo, en su  libro XVIII de Historia Natural nos cuenta cosas interesantes sobre la harina de cebada (también llamada hordeum):

La cebada es un alimento muy antiguo, como lo demuestra una costumbre ateniense (...). Los griegos humedecen la cebada con agua y la hacen secar por la noche (...). En Italia se tuesta la cebada sin humedecerla antes, se hace una harina muy fina (...). El pan de la cebada es ya un alimento abandonado, ahora no es más que un alimento de animales. [Traducción propia]


Tengamos en cuenta que Plinio escribió estas líneas entre los años 77 y 79 d.C., ya en época imperial, lo que significa que durante la época monárquica y republicana debía ser bastante corriente.
Además, nos enumera también una gran cantidad de tipos de harina de trigo: candeal, didoco, de espelta, y el mejor a su parecer, el trigo de invierno (también llamado síligo). Leamos por qué:


Es de color blanco, desprovisto de todo sabor, y no dañino para el estómago. Se adapta particularmente bien a localidades húmedas, como los que encontramos en Italia y la Galia Comata. (...). El trigo de invierno proporciona el pan de la más fina calidad y el manjar más apreciado de los panaderos. [Traducción propia]


La numismática también nos sirve como fuente de información. Por ejemplo, en lo referido a la tierra de Huelva:

La fertilidad, y abundancia de la tierra de Huelva es bien patente, y tan sobresaliente en Trigo y otros Granos, que por esso se pusieron las Espigas en sus Monedas: de donde se deduce, que la Onuba Estuaria pertenece à nuestra Huelva, si se quiere resolver con madurez y acierto, y no por vn espiritu de contradiccion” (Mora y Negro, 1762, Cap. II, Fol, 28-29). 


Ahora que ya sabemos lo que dicen diversas fuentes, ¿qué nos dicen los estudios arqueológicos? Lamentablemente, como todo material orgánico, la harina no se conserva con el tiempo. Lo más que puede quedar (siempre y cuando las condiciones climáticas sean excepcionales, cosa poco recurrente en la Península Ibérica o en el Mediterráneo en general) son las cáscaras quemadas del propio trigo y vestigios de los molinos en los que se hacía la harina.
En las próximas entradas profundizaremos en estos molinos, tan variados como extenso era el Imperio de Roma.





Artículo de: Sara Alarcón Melchor

martes, 11 de octubre de 2016

introducción y contexto

En este blog se tratará la visión y uso del pan en la Roma antigua, la importancia vital que tiene para las gentes que lo consumían a diario. Aquí se intentará ofrecer una experiencia  divulgativa y accesible a todo tipo de públicos sin caer en vulgarismos u olvidar los términos precisos (los cuales son necesarios para un correcto desarrollo de la didáctica y el aprendizaje).


¿Sabéis como llamaban los griegos a los romanos en base a sus costumbres? Así es,  aunque parezca curioso los conocían bajo el nombre de “los comedores de pan”. Esto nos da una imagen de lo tremendamente importante que fue para los romanos; reflejándose esto también en sus muchas formas de comerlo y usarlo como acompañamiento de comidas más copiosas. No solo se empleaba en las comidas al uso, en el día a día, sino que era la base de los ejércitos allí donde fuesen (Estos ingerían entre  800 gramos y 1kg de pan al día por persona en tiempos de guerra en los campamentos). Lo que nos viene a decir que tras la industria del pan floreció un comercio en base a la necesidad y un tremendo aumento de las mejoras tecnológicas que permitían tener tanto hornos portables como fijos.

 No podemos concebir una sociedad, ni moderna ni ancestral, sin el pan. Este alimento ha sido la base, el sustento, de las gentes del continuo de la historia a lo largo de generaciones.           Pero no podemos lanzarnos a hablar del pan sin más. Tenemos que conocer primero sus procesos y las transformaciones que ha de sufrir para llegar a ser el alimento que es.                        Es por ello que el primer foco en el que uno debe poner la mirada es la propia siembra, es decir, en la agricultura del trigo.

La agricultura del cereal ocupa una muy pequeña extensión en los textos romanos en detrimento a la de la vid y el olivo. Los agrónomos invertían la mayor parte de su tiempo en el cultivo de la vid y el olivo pese a lo que pudiésemos pensar como coherente hoy día. Se le daba una importancia simbólica mayor a estos dos productos incluso aunque el trigo (como cereal primordial) fuese lo que sustentaba la alimentación y no las fiestas o los banquetes.                                                                  Centrándonos ya únicamente en el trigo podemos afirmar con cierta seguridad que su cultivo fue común y muy similar en todas las zonas del Mediterráneo pues estas tenían unas condiciones climáticas y unas tierras muy homogéneas.                                                                  
Pero ¿Cómo eran estas tierras? Los romanos distinguían tres tipos de tierra:
-                                   -  La facilis terra o facilis culturae: era la más indicada para el cultivo pues se trataba de 
                     una tierra suelta (soluta) y podía trabajarse con asnos o bueyes cómodamente.
-                                   -  Las sabulosae: tierras arenosas que había que mejorar mediante técnicas de mezclado                          para hacerlas aptas.
-                                  -  Las cretosi ac nimium densi: estas últimas son las más difíciles de tratar, las de peor                              calidad.Consisten en terrenos arcillosos, demasiado densos y pobres en nutrientes (en                          muchas ocasiones ni mezclándolas con tierras de facilis culturae de la mejor calidad                            daban el resultado esperado; casi estériles).

Según la calidad del terreno eran posibles unos cultivos u otros y pese a ser el trigo un cereal de secano y carácter extensivo se necesita una muy buena tierra para que este sea de calidad. El agricultor aireaba el suelo con un arado, lo tornaba suelto y libre de malas hierbas, para luego estercolarlo. Una vez terminado este proceso el suelo ya era apto para la siembra, la cual se realizaba a voleo para distribuir el grano y se cubría con tierra volteándolo nuevamente con el mismo arado empleado anteriormente ( en las próximas entradas se le dedicará un apartado especial a los tipos de arado en época romana)

Las labores agrícolas practicadas tanto para preparar la tierra como para la siembra requieren otros útiles más allá del arado. El azadón y la azada (cuya forma puede ser rectangular, cuadrada, redondeada, acabada en pico y estar engarzadas en un mango de madera o metal para cava y removido de hierbas, era empleado en mayor medida que la hoz (falces; de hoja curvada y en su mayoría enteramente hecha de metal. Aunque también existían hoces de piedra de sílex y de mangos de madera; de creación prerromana reutilizada), que era relegada a la única función de la siega cuando el trigo ya alcanzaba su punto máximo de crecimiento que poseían un mango afilado para facilitar el clavado en la tierra y ser empleadas también como medio de cavado. Otro utensilio empleado por los romanos fue la guadaña (falces foenariae; cuchilla afalcatada puesta en un astil largo y sin manijas para su sujeción) destinado a la siega.

Toda esta panoplia de útiles para la recolección y siembra nos dan una idea general de la vida del campesino romano. Del pueblo que araba, sembraba y recolectaba. De cómo vivían condicionados por la estibalidad de las cosechas, condicionados por las rotaciones de los cultivos y las innovaciones tecnológicas enfocadas a la producción de alimentos; y más concretamente, en nuestro caso, focalizadas al pan y al cambio socio-estructural que este supuso en las gentes romanas de todas las épocas (Roma monárquica, Roma republicana, Roma imperial e incluso en su caída hacia el mundo tardo-antiguo)

En los próximos artículos se trataran temas tan importantes como la rotación de cultivo, los recipientes en los que se almacenaba este grano, su trillado, su procesado, recetas y horneado de los muy distintos tipos de pan.


Artículo de : Claudia González Bravo.