En este blog se tratará la visión y uso del pan en la Roma
antigua, la importancia vital que tiene para las gentes que lo consumían a
diario. Aquí se intentará ofrecer una experiencia divulgativa y accesible a todo tipo de
públicos sin caer en vulgarismos u olvidar los términos precisos (los cuales
son necesarios para un correcto desarrollo de la didáctica y el aprendizaje).
¿Sabéis como llamaban los griegos a los romanos en base a
sus costumbres? Así es, aunque parezca
curioso los conocían bajo el nombre de “los comedores de pan”. Esto nos da una
imagen de lo tremendamente importante que fue para los romanos; reflejándose esto
también en sus muchas formas de comerlo y usarlo como acompañamiento de comidas
más copiosas. No solo se empleaba en las comidas al uso, en el día a día, sino
que era la base de los ejércitos allí donde fuesen (Estos ingerían entre 800 gramos y 1kg de pan al día por persona en
tiempos de guerra en los campamentos). Lo que nos viene a decir que tras la
industria del pan floreció un comercio en base a la necesidad y un tremendo
aumento de las mejoras tecnológicas que permitían tener tanto hornos portables
como fijos.
No podemos concebir
una sociedad, ni moderna ni ancestral, sin el pan. Este alimento ha sido la
base, el sustento, de las gentes del continuo de la historia a lo largo de
generaciones. Pero no podemos
lanzarnos a hablar del pan sin más. Tenemos que conocer primero sus procesos y
las transformaciones que ha de sufrir para llegar a ser el alimento que es. Es por ello que el
primer foco en el que uno debe poner la mirada es la propia siembra, es decir,
en la agricultura del trigo.
La agricultura del cereal ocupa una muy pequeña extensión en
los textos romanos en detrimento a la de la vid y el olivo. Los agrónomos invertían
la mayor parte de su tiempo en el cultivo de la vid y el olivo pese a lo que pudiésemos
pensar como coherente hoy día. Se le daba una importancia simbólica mayor a
estos dos productos incluso aunque el trigo (como cereal primordial) fuese lo
que sustentaba la alimentación y no las fiestas o los banquetes. Centrándonos ya únicamente
en el trigo podemos afirmar con cierta seguridad que su cultivo fue común y muy
similar en todas las zonas del Mediterráneo pues estas tenían unas condiciones climáticas
y unas tierras muy homogéneas.
Pero ¿Cómo eran estas tierras? Los romanos distinguían tres
tipos de tierra:
- - La facilis
terra o facilis culturae: era la
más indicada para el cultivo pues se trataba de
una tierra suelta (soluta) y podía trabajarse con asnos o
bueyes cómodamente.
- - Las sabulosae:
tierras arenosas que había que mejorar mediante técnicas de mezclado para hacerlas aptas.
- - Las cretosi
ac nimium densi: estas últimas son las más difíciles de tratar, las de peor calidad.Consisten en terrenos arcillosos, demasiado densos y pobres en
nutrientes (en muchas ocasiones ni mezclándolas con tierras de facilis culturae de la mejor calidad daban el resultado esperado; casi estériles).
Según la calidad del terreno eran posibles unos cultivos u
otros y pese a ser el trigo un cereal de secano y carácter extensivo se
necesita una muy buena tierra para que este sea de calidad. El agricultor
aireaba el suelo con un arado, lo tornaba suelto y libre de malas hierbas, para
luego estercolarlo. Una vez terminado este proceso el suelo ya era apto para la
siembra, la cual se realizaba a voleo para distribuir el grano y se cubría con
tierra volteándolo nuevamente con el mismo arado empleado anteriormente ( en
las próximas entradas se le dedicará un apartado especial a los tipos de arado
en época romana)
Las labores agrícolas practicadas tanto para preparar la
tierra como para la siembra requieren otros útiles más allá del arado. El
azadón y la azada (cuya forma puede ser rectangular, cuadrada, redondeada,
acabada en pico y estar engarzadas en un mango de madera o metal para cava y
removido de hierbas, era empleado en mayor medida que la hoz (falces; de hoja curvada y en su mayoría
enteramente hecha de metal. Aunque también existían hoces de piedra de sílex y
de mangos de madera; de creación prerromana reutilizada), que era relegada a la
única función de la siega cuando el trigo ya alcanzaba su punto máximo de
crecimiento que poseían un mango afilado para facilitar el clavado en la tierra
y ser empleadas también como medio de cavado. Otro utensilio empleado por los
romanos fue la guadaña (falces foenariae;
cuchilla afalcatada puesta en un astil largo y sin manijas para su sujeción)
destinado a la siega.
Toda esta panoplia de útiles para la recolección y siembra
nos dan una idea general de la vida del campesino romano. Del pueblo que araba,
sembraba y recolectaba. De cómo vivían condicionados por la estibalidad de las
cosechas, condicionados por las rotaciones de los cultivos y las innovaciones
tecnológicas enfocadas a la producción de alimentos; y más concretamente, en
nuestro caso, focalizadas al pan y al cambio socio-estructural que este supuso
en las gentes romanas de todas las épocas (Roma monárquica, Roma republicana, Roma
imperial e incluso en su caída hacia el mundo tardo-antiguo)
En los próximos artículos se trataran temas tan importantes
como la rotación de cultivo, los recipientes en los que se almacenaba este
grano, su trillado, su procesado, recetas y horneado de los muy distintos tipos
de pan.
Artículo de : Claudia González Bravo.
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